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SOLO ES VIOLENCIA, SIN ADJETIVOS

SOLO ES VIOLENCIA, SIN ADJETIVOS

 

Últimamente se emplea asiduamente en los medios de comunicación, sobre todo por periodistas y por polític@s mediocres, la expresión violencia “de género” y cuando quieren darle un especial énfasis dicen con cara muy compungida violencia “machista”. La manipulación ha llegado ya a tal punto que podríamos decir que la violencia de género ya pertenece al llamado mundo del espectáculo (tanto el rosa como el negro) de esta España nuestra, basta con ver la asquerosa utilización mediática (patético lo de Telecinco dándole cancha a esa impresentable) y política (todos los políticos corriendo a hacerse la foto, incluso la Comunidad de Madrid le ha ofrecido un cargo) del caso Neira, para confirmar mi observación. Incluso han creado un Ministerio de Igualdad para lucimiento y despilfarro en lujos horteras de una cateta mona. Pura imagen, todo menos dotar de medios a la policía y a la administración de justicia para prevenir y castigar adecuadamente a los violentos (y a las violentas, que también las hay).

Llamar a esos casos violencia “de género” supone criminalizar al género masculino, lo cual no es justo pues la mayoría de los hombres no son maltratadores.

Llamar a esos casos violencia “machista” tampoco es justo en un país donde la mayoría de la población masculina de más de cincuenta años es machista, nunca se les ha ocurrido lavar un plato y piensan que el lugar de la  mujer es la cocina, pero nunca han puesto un dedo encima de su mujer ni le han dicho una palabra más alta que otra. El machismo no tiene por qué implicar violencia, es un problema cultural. Por lo tanto, la violencia puede ejercerla un hombre machista, pero también uno que se haya inflado a fregar platos, no criminalicemos al machista, sólo cambiemos sus hábitos.

La violencia doméstica no es a veces más que el fruto de la paranoia (la inteligencia al servicio del complejo de debilidad, aquí tomo prestado un comentario visto en youtube) del paranoico. En la película Toro Salvaje  podéis ver a Robert de Niro interpretando al clásico paranoico celoso, alternando la quietud (intentando razonar) con la acción brutal (intentando hacer justicia, que en el fondo es defenderse) para reflejar el conflicto interior que intenta gestionar (esa es la razón por la que estas personas maravillosas se arrepienten siempre mucho y arreglan las cosas con regalos y tal y cual... hasta la próxima) y al cual siempre sucumbe. En otro momento de esta excelsa película podéis ver a De Niro en el papel de violento machista. Otra versión es la del psicópata que ejerce violencia sobre las mujeres es magistralmente interpretado por Robert Michum en El Cabo Del Miedo, película de 1962 de la que luego se hizo en los 90 uno de los pocos remakes (de nuevo Robert De Niro) que mejoran la original.

Lo que nunca entenderé es la facilidad con la que estas personalidades anormales, psicópatas y paranoicas, encuentran pareja (muchos son reincidentes)… será que las mujeres no se fijan en estos pequeños detalles.

 

3 comentarios

Gecé -

¡Pues "la fuerza púbica", Paco!

Paco Clavel -

Y la violencia en los matrimonios gays ¿qué? ¿quién nos protege de los maltratadores gays?

Gecé -

¡He recargado la página y ya me encuentro con otro artículo fresco! Por lo visto la "cateta mona" en perspicaz expresión del Sr. Administrador es ahijada de bautismo (sí, sí: de bautismo) de Chaves, el presidente de "la partida socialista", neologismo válido para la jerga paritaria tan en boga y para la jerga criminal y cuya invención reivindico en este momento. Ahora está de moda hablar de violencia de género, los juzgados de violencia doméstica se llaman de "violencia contra la mujer" porque por lo visto los hombres no pueden ser sujetos pasivos de la violencia femenina, que debe ser algo impensable. Igual que el legislador franquista no consideraba que el hombre pudiera ser sujeto pasivo de una violación. En fin, a ver si los moros repueblan Expaña, las pijiprogres se enteran de lo que vale un peine y de la violencia de género pasamos a la violencia de número, lo que hará las delicias de la Aido y sus compis.