LAS NIÑAS DE LA HOJA PARROQUIAL
Estaba tumbado en el sofá curando un catarro de puta madre, en esto que sonó el telefonillo, me levanté crujiéndome los riñones jurando en arameo ¿quién cojones será? Una femenina voz infantil dice repartir la hoja parroquial.
Echadlas al buzón de la propaganda, -contesto.
- No que ahí nos han dicho que no, dice la dulce vocecilla
- que nos ha dicho el señor párroco que tiene que ser en los buzones de dentro, -confirma otra vocecilla infantil por detrás.
- ¡Manda huevos con el proselitismo!, pensé en mi interior
A todo esto, sin dejarme tiempo a razonar con tan tiernas vocecillas, contestó otro vecino, ¡hola! ¡Me habéis pillado dentro de la ducha! No esperé la respuesta de las niñas de la hoja parroquial -, que como vulgares repartidores de propaganda llamaron a varios vecinos,- y colgué el telefonillo, supuse que eran amiguitas del vecino y volví al plácido sofá. Cuando bajé a tirar la basura por la noche me encontré la hoja parroquial en el buzón, pero al salir a la calle vi con satisfacción un buen puñado de hojas parroquiales en el buzón de la publicidad y pensé: ¡Todavía hay esperanza para la salvación de las niñas de la hoja parroquial!
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