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GENTE DETALLISTA

GENTE DETALLISTA

 

No soy detallista, a mí me priva el contenido, las formas siempre me la han traido al pairo. Sin embargo he de reconocer que a veces hay detalles que se agradecen en el alma e incluso son difíciles de olvidar. Hace unos años mi amigo Salam tuvo conmigo el “detallazo” que paso a relatar.

Acabábamos de llegar a La Habana, serían algo así como las cuatro o las cinco de la tarde cuando nos estábamos instalando en el hotel Deauville en el centro mismo del malecón habanero, muy cerca del Paseo del Prado. Como era nuestra primera visita decidimos salir a dar una vuelta sin rumbo para estirar las piernas y aprovechar la tarde, razón por la que paramos en el primer bar que vimos abierto para echar la primera cerveza. Nos pusieron una Bucanero que resultó ser una cerveza excepcional, así que nos tomamos varias más. Cuando salimos no nos tenían las piernas, tantas horas en un avión matan a cualquiera, así que cuando nos paró el conductor de un rickshaw (carrito tirado por una bicicleta) no pudimos menos que pedirle que nos llevara a tomar unos mojitos. Así nos sorprendió la noche con un pedal de muerte de vuelta al hotel. Yo estaba destrozado así que me subí para la habitación, pero Salam se quedó a terminar la juerga en la disco, que resultó ser un club de jineteras.

No tardé mucho en dormirme a pesar del calor y la humedad que había, sin embargo me desperté cuando, no sé cuanto tiempo después, Salam abrió la puerta para inmediatamente cerrarla. No echó la luz y sentí como tras cerrar la puerta y chocar con la otra cama se metía en la mía.

Joder –pensé, este viene tan borracho que no se acuerda de cual era su cama.

Iba a empujar de la cama al bulto sospechoso cuando noto que apoyo las dos manos en algo que evidentemente no era Salam, eran dos melones duros como piedras, además me estaba sobando la polla y sentía su lengua en mi oreja…. Luis, Luis, -llamé a Salam, mientras éste se alejaba por el pasillo con la sonrisa del deber cumplido.

La jaca (Salam conoce perfectamente mis gustos) resultó ser una jinetera de nivel, enseguida nos entendimos a la perfección, de hecho tuvo que subir el custodio (recepcionista) a buscarla (cosas de Cuba) porque se había pasado de hora. Mientras, Salam se había dedicado, después de sobornar al custodio (teóricamente las cubanas no pueden subir a las habitaciones) a entretener a la policía revolucionaria de la puerta invitándola a unas birras para que no se percatara del trato.

La mañana amaneció algo nublada, como nuestras cabezas. A mí me despertó el ruido del malecón, pero Salam dormía como un tronco, tuve que despertarlo: ¿Dónde estamos? –me preguntó con cara de amnesia profunda.

Ostias Luis, son las doce de la mañana, estamos en La Habana y tenemos que ir a recoger el coche que alquilamos…. Pero esa será otra historia.

NdRM: pueden recargar la página, he puesto un par de detallitos nuevos en los marcos.

 

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La Santa Biblia -

El que encuentra un amigo encuentra un tesoro (Eclesiástico 6, 14).