LA MIRADA OBLICUA
Aunque procuro ilustrar todos los artículos del blog con una fotografía todavía no había dedicado ningún artículo a una exposición. El otro día fui con mi amigo El Turco a ver una de Robert Doisneau (catálogo), un fotógrafo muy prolífico que fue reconocido mundialmente por su fotografía titulada “El Beso”, una fotografía que en su día se vendió como una captura casual, pero que en realidad resultó ser un posado, una composición artística preparada cuidadosamente, tal y como se descubrió recientemente que también lo había sido un montaje la famosa foto del miliciano que cae herido de muerte en Cerro Muriano del fundador de la Agencia Magnum, Robert Capa, tal y como se demuestra en el recomendable documental “La sombra del iceberg”.
A mí lo que me atrae de la fotografía es que supone la captura de un instante real, de tal forma que luego podemos observar en la fotografía cosas que se le habían escapado a nuestro ojo, y que, en el caso de los hechos históricos, supone la captura de lo verdaderamente acontecido.
La fotografía artística sobre una composición con actores, tal y como la que realizaba Doisneau en los años 50, también tiene gran valor, aunque ese valor se pierde cuando nos tratan de engañar vendiéndonos gato por liebre, porque hay que ser bastante idiota para tragarse que la foto titulada “La Mirada Oblicua” que ilustra este artículo es una foto “real”, aunque si es una foto real como la vida misma, la mujer taladrando la cabeza mostrándole esa aguamarina que quedaría ideal en el recibidor y el marido con la vista perdida y el pensamiento absorto en como le taladraría el orto a la modelo del cuadro.
Como hoy la cosa va de fotografías, he puesto a su izquierda unas señoritas pilladas con las manos en la masa, para que puedan desviar oblicuamente su vista.
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