LO QUE HAY QUE TENER
“No es muy difícil hacer que un hombre se corra…”, me había dicho ella durante nuestra primera cena en el restaurante tibetano, “en cualquier caso, yo siempre lo he conseguido”. No mentía. Tampoco mentía al afirmar que el secreto no tiene nada de especialmente extraordinario o extraño. “Basta con recordar”, continuó ella, suspirando, “que los hombres tienen cojones. Las mujeres saben que los hombres tienen polla, lo saben demasiado bien; desde que los hombres han quedado reducidos a la condición de objeto sexual ellas están literalmente obsesionadas con sus pollas; pero nueve veces de cada diez, cuando hacen el amor olvidan que los cojones son una zona sensible. Ya sea para una masturbación, una penetración o una mamada, hay que llevar la mano de vez en cuando a los cojones del hombre, bien rozando, acariciando, bien presionando con más fuerza; te das cuenta según los cojones están más o menos duros. Y eso es todo”. Michel Houellebecq “La posibilidad de una isla”
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