LOS CORPÚSCULOS DE KRAUSE
-Ha sido estupendo hace un rato, en el jacuzzi... –dijo Bruno-. No dijimos nada; cuando sentí tu boca en el pene, todavía no te había visto la cara. No había ningún elemento de seducción, fue algo muy puro.
-todo es cosa de los corpúsculos de Krause... –Christiane sonrió-. Tienes que perdonarme, soy profesora de ciencias naturales. –Bebió un trago-. El tallo del clítoris, la corona y el surco del glande están cubiertos de corpúsculos de Krause, llenos de terminaciones nerviosas. Al acariciarlos se desencadena en el cerebro una fuerte liberación de endorfinas. Todos los hombres y todas las mujeres tienen el clítoris y el glande cubiertos de corpúsculos de Krause; casi en idéntico número, hasta ahí es muy igualitario; pero hay otra cosa, tú lo sabes. Yo estaba muy enamorada de mi marido. Le acariciaba y le lamía el sexo con veneración; me encantaba sentirlo dentro de mí. Estaba orgullosa de provocar sus erecciones; llevaba todo el tiempo en la cartera una foto de su sexo duro; para mí era como una imagen piadosa, darle placer era mi mayor alegría. Al final me dejó por una más joven. Ya me he dado cuenta hace un momento de que mi coño no te atraía mucho; ya es un poco el coño de una vieja. Con la edad, la pérdida de colágeno y la fragmentación de la elastina en la mitosis hacen que los tejidos pierdan de manera progresiva la firmeza y la elasticidad. A los veinte años yo tenía una vulva muy bonita; ahora, me doy perfecta cuenta de que los labios están un poco descolgados. (Extracto de Las partículas elementales de Michel Houellebecq)
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