Hoy la parte de la cultura que no se ha convertido en un masivo producto de consumo es esclava del poder político que dice que es lo que se subvenciona, o del poder económico que pretende utilizarla con diversos fines ajenos a la cultura (desde desgravaciones fiscales a su utilización mediática o política).
Los que se resisten a ello es porque tienen otras fuentes de ingresos que les dan independencia creativa.
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