EL CLIENTE NÚMERO NUEVE
Vivimos en una sociedad hipócrita. Esta reflexión la hago a propósito de dos recientes escándalos, uno sucedido en USA y otro en España. El gobernador demócrata de Nueva York, ex fiscal general, azote de la prostitución y defensor de los valores familiares (en la foto sale el señor Spitzer con su familia, como podéis ver sus hijas ya apuntan maneras, han debido salir al padre). Pues bien, este señor se va de putas. Igual de grave es que desde el partido de ese señor casado de Mallorca, que se va de efebos prostitutos a costa del contribuyente, se defienda la moralidad católica a ultranza y sus voceros pongan a los gays de vuelta y media y pretendan negarles los derechos civiles más básicos, como el matrimonio. A mi no me parece mal que la gente viva su sexualidad como desee, polític@s incluidos, siempre que no haga mal a nadie, lo que me fastidia es la hipocresía imperante en las clases dominantes que encima quieren imponernos a los demás una moralidad que ellos ni siquiera ejercen.
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