Él vino en un barco, de nombre extranjero. / Lo encontré en el puerto un anochecer, / cuando el blanco faro sobre los veleros / su beso de plata dejaba caer.
Era hermoso y rubio como la cerveza, / el pecho tatuado con un corazón, / en su voz amarga, había la tristeza / doliente y cansada del acordeón.
Y ante dos copas de aguardiente / sobre el manchado mostrador, / él fue contándome entre dientes / la vieja historia de su amor:
Mira mi brazo tatuado / con este nombre de mujer, / es el recuerdo del pasado / que nunca más ha de volver. / Ella me quiso y me ha olvidado, / en cambio, yo, no la olvidé / y para siempre voy marcado / con este nombre de mujer.
Él se fue una tarde, con rumbo ignorado, / en el mismo barco que lo trajo a mí / pero entre mis labios, se dejó olvidado, / un beso de amante, que yo le pedí.
Errante lo busco por todos los puertos, / a los marineros pregunto por él, / y nadie me dice, si esta vivo o muerto / y sigo en mi duda buscándolo fiel.
Y voy sangrando lentamente / de mostrador en mostrador, / ante una copa de aguardiente / donde se ahoga mi dolor.
Escúchame marinero, / y dime, ¿que sabes de él? / era gallardo y altanero, / y era más rubio que la miel.
Mira su nombre de extranjero
escrito aquí, sobre mi piel. / Si te lo encuentras marinero / dile que yo, muero por él.
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Rafael de León -
Era hermoso y rubio como la cerveza, / el pecho tatuado con un corazón, / en su voz amarga, había la tristeza / doliente y cansada del acordeón.
Y ante dos copas de aguardiente / sobre el manchado mostrador, / él fue contándome entre dientes / la vieja historia de su amor:
Mira mi brazo tatuado / con este nombre de mujer, / es el recuerdo del pasado / que nunca más ha de volver. / Ella me quiso y me ha olvidado, / en cambio, yo, no la olvidé / y para siempre voy marcado / con este nombre de mujer.
Él se fue una tarde, con rumbo ignorado, / en el mismo barco que lo trajo a mí / pero entre mis labios, se dejó olvidado, / un beso de amante, que yo le pedí.
Errante lo busco por todos los puertos, / a los marineros pregunto por él, / y nadie me dice, si esta vivo o muerto / y sigo en mi duda buscándolo fiel.
Y voy sangrando lentamente / de mostrador en mostrador, / ante una copa de aguardiente / donde se ahoga mi dolor.
Escúchame marinero, / y dime, ¿que sabes de él? / era gallardo y altanero, / y era más rubio que la miel.
Mira su nombre de extranjero
escrito aquí, sobre mi piel. / Si te lo encuentras marinero / dile que yo, muero por él.