LA CUERDA IRANÍ
La historia de la antigua Persia está muy ligada a las cuerdas como podéis ver en esta cronología, siempre han jodido al pueblo. Ryszard Kapuscinski en su libro “El sha o la desmesura del poder” transcribe esta divertida entrevista hecha por un reportero del diario Kayhan (Cosmos) de Teherán a un hombre que destacó en la tarea de derribar estatuas del Sha:
- En su barrio se ha ganado usted, Golam, la fama de destrozaestatuas; le consideran incluso un veterano en ese campo.
- Es cierto. Las primeras estatuas que destruí fueron las del viejo Sha, el padre de Mohamed Reza, cuando abdicó en 1941. recuerdo como cundió la alegría por toda la ciudad cuando saltó la noticia de que se había marchado. Todo el mundo se lanzó enseguida a destruir sus estatuas. Yo era entonces un muchacho pero ayudé a mi padre…. (….)
Luego dieron el golpe de Estado, encerraron a Mossadegh (la CIA no le perdonó haber nacionalizado el petróleo) fusilaron a su gente y también a comunistas. Volvió el Sha e implantó la dictadura. Corría el año 1953.
(….) me acuerdo muy bien del día en que la radio dio la noticia de la huida del sha a Europa y de cómo, al enterarse de ello, la gente se lanzó eufórica a la calle y empezó a derribar efigies imperiales (…) en aquella época mi padre ya había muerto, pero yo ya era un adulto y salí por primera vez como un tiraestatuas autónomo.
- ¿y qué? ¿las derribasteis todas?
- Sí, no fue tarea difícil. Cuando volvió el Sha, tras el golpe, no quedaba ni una sola efigie de los Pahlevi. Pero no tardó nada en empezar a levantar nuevos monumentos, suyos y de su padre.
- Eso significa que lo que usted había destruido él lo volvía a reponer enseguida, y que luego usted acababa destruyendo lo que él había repuesto, y así sucesivamente, ¿no?
- En efecto, así era, es cierto. Se puede decir que no dábamos abasto. Destruíamos una estatua, él levantaba tres; destruíamos tres, él levantaba diez. No se veía el final de todo aquello.
- Y posteriormente, después del 53, ¿cuándo volvisteis a la tarea?
- Teníamos pensado hacerlo en el 63, durante la sublevación que estalló cuando el Sha encerró a Jomeini. Pero aquél inmediatamente ordenó una masacre tal que tuvimos que esconder nuestras cuerdas sin haber tenido tiempo de tirar una sola estatua.
- ¿Teníais cuerdas especiales para este menester?
- -¡¿cómo si no?! Teníamos unas cuerdas de sisal fortísimas que guardábamos en el tenderete de un vendedor. No se podía bromear con estas cosas; si la policía nos hubiese descubierto habríamos acabado en el paredón. Lo teníamos todo preparado, todo estaba bien pensado y ensayado. Durante la última revolución en el año 79 muchos aficionados se lanzaron a derribar estatuas, por eso hubo muchos accidentes porque las dejaban caer directamente sobre sus cabezas. Destruir una estatua no es tarea fácil, hacen falta profesionalidad y práctica. Hay que saber de qué material está hecha, qué peso tiene, cuál es su altura, si está soldada en todos sus bordes o si las juntas son de cemento; en qué sitio atar la cuerda, hacia donde inclinar la estatua… Nosotros nos poníamos a calcularlo en el momento que empezaba la construcción, es la ocasión para averiguar las características de la estatua, especialmente si la figura está vacía o llena y cómo se une con el pedestal.
- (…) los constructores que querían conseguir un buen contrato erigían monumentos al sha, por eso muchas estatuas eran de construcción poco sólida, había centenares, nos costó sangre y sudor a aquél trabajo. Yo tenía las manos llenas de ampollas y llagas de tanto darle a la cuerda.
0 comentarios