LA NOCHE DEL BACALAO
Aunque no tengo ni puta idea de cocinar si tengo buena boca para comer como así lo demuestra mi ilustre barrigota. Pero como muchas cosas en la vida comer bien también es cuestión de suerte y tengo la suerte de tener un par de amigos bastante diestros (sin connotación política alguna) en el arte culinario. En unas semanas he tenido la fortuna de degustar unas acojonantes carrileras de cerdo con reducción de Pedro Ximénez y una cena temática centrada en el cerdo del mar, el bacalao.
Hablando de bacalao, uno de ellos aprovecha la sabiduría culinaria de las mujeres que van pasando por su vida ya que siempre te queda algo de la mujer con la que has compartido parte de tu vida, es el poso del amor. En este caso, ejemplos del poso amoroso han sido, entre otras, las croquetas de bacalao de la viuda, la tortilla de la tarada y el bacalao dourado de la inteligencia divorciada. Para los amigos del cocinero todo son ventajas, sin necesidad de esforzarnos en una relación sentimental abocada al fracaso obtenemos una de sus innegables ventajas: la gastronómica.
Este fue el menú temático:
Ensalada con bacalao ahumado (sencilla de hacer)
Croquetas de bacalao + pimiento relleno de brandada de bacalao
Bacalao dourado (espectacular)
Bacalao con tomate
Flan… de huevo (el de bacalao todavía no se ha inventado)
Lamentablemente Salam todavía no ha conocido mujer que le enseñe hacer albóndigas de ballena, en este caso la foto hubiera sido otra, claro.
P.D.: como penitencia el cocinero fregó los platos.
P.D.: Las croquetas fueron elaboradas al estilo de Henry Ford, inventor de la cadena de producción en forma de U, Salam daba forma a la croqueta, yo la pasaba por el huevo y Gecé, utilizando un bol de pan rallado, en dos meneos la rebozaba, sartén y a comer.
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