EL PRECIO DE LA LIBERTAD
Expresarse con libertad ha sido históricamente un mal negocio y si a eso le añadimos los tabúes de una sociedad pacata hasta extremos insospechados nos encontramos con la censura. La censura no la ejerce necesariamente el poder político, religioso o económico, puede existir la espontánea censura social. Somos capaces de ver en televisión sin sentir emoción alguna atrocidades diversas (lectura recomendada: Exhibición de Atrocidades de J.G. Ballard), violencia, gente que se muere de hambre… sin embargo somos capaces de censurar el placer del otro.
Una abogada ha sido despedida por escribir un blog con relatos calientes en sus ratos de ocio. Si lo hubiera escrito de forma anónima no le hubiera ocurrido, pero sus ansias de notoriedad (o su ingenuidad) le han costado caras, ¿volveremos a las cavernas? ¿Acabaremos teniendo que vivir una esquizofrénica doble o triple vida para poder ser nosotros mismos en alguna de ellas?... Afortunadamente todavía queda gente que ni se vende ni se esconde, como dice Deidre Dare al inicio de su blog: I have no intention of giving everything to a cock on a horse with a bright diamond ring (no tengo intención de dar todo por una polla de caballo con un anillo de diamantes), como declaración de intenciones no está nada mal.
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