HOUSTON, TENEMOS UN PROBLEMA
Por aquí todo sigue igual. Este inicio de año la subida salarial va a ser escasa, mientras que la electricidad, los impuestos y tasas municipales y el transporte colectivo van a subir muy por encima del IPC. Afortunadamente el euribor sigue bajando y los que revisen estos primeros meses tendrán un ahorro que compensará lo anterior. Por lo tanto, nos vamos a quedar igual de jodidos.
Pero por allá parece que Obama se mueve. De momento los bancos americanos van a tener que dejar de embargar a la gente y tendrán que renegociar las hipotecas por el valor real de la vivienda.
Aquí en España sigue vigente la Ley de represión de la usura de 1908, pero lamentablemente nadie se ha atrevido a aplicarla. ¿No es usura lo que han hecho los bancos en connivencia con las tasadoras? ¿Por qué razón no intervino el Banco de España contra esas tasaciones ficticias?
La banca privada ha destruido el libre mercado y la iniciativa privada, con sus trampas legales amparadas por el poder político. Hay que acabar con la delincuencia bancaria que roba nuestra productividad: pasar todas las cuentas corrientes al Banco de España a través del DNI electrónico, abolir el dinero en efectivo (única manera de acabar con el dinero negro, gran culpable de la corrupción inmobiliaria) y expropiar todas las propiedades de los bancos. Sarkozy no andaba descaminado cuando afirmó que había que refundar el capitalismo.
Es necesario acabar con el actual sistema partitocrático y sindicatocrático y sustituirlo por un modelo de elección de personas que respondan ante sus electores de su diligencia en la cosa pública.
La negociación bilateral sobre la financiación autonómica que ZP está llevando a cabo con cada uno de los presidentes autonómicos, pasándose el ámbito legislativo de discusión por el forro de los cojones, es un claro ejemplo del modelo político caciquil y clientelista existente en España.
En la economía real los consumidores tenemos que agarrar el toro por los cuernos y acabar con los intermediarios que encarecen los productos esenciales como los alimentos o la gasolina. Las empresas responsables también deben ponerse manos a la obra si no quieren ser barridas del mercado.
Los consumidores también tendremos que reducir nuestro nivel de consumo depredatorio y pagar un precio justo por los productos, exigiendo a nuestros gobernantes el fin de las guerras por el control de materias primas y el final de la explotación de la mano de obra en los países pobres.
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