EL PAT PONG Y SU NIGHT BAZAR (SILOM)
Tomamos el bus de la línea que conduce desde el aeropuerto a Silom. Cuando subes a ese bus tienes que decirle a la azafata (cuidado no os emocionéis que puede ser travelo) el hotel donde te alojas ya que Silom es una de las avenidas más grandes de Bankog y es más que kilométrica, así te dejan en la misma puerta. Para nuestro disgusto el hotel que nos habían recomendado estaba completo por lo que tuvimos que andar a buscar otro que estaba a unos 200 metros, había otros más cerca pero o estaban llenos o eran muy caros, en Bangkog lo que sobran son alojamientos, está llena de ellos y los hay para todos los bolsillos.
Para que os hagáis una idea de las dimensiones de esta megaciudad, Bangkog tiene unos 5 millones de habitantes y el transporte no es muy fácil porque es una ciudad de una extensión enorme que siempre está congestionada por lo que hay que plantearse alojarse en distintas zonas para ver todo sin agobiarse con las distancias. El objetivo previsto para el primer día era visitar la zona de Silom donde está la torre Lebua que tiene en su azotea un bar panorámico desde el que hay una vista cojonuda de Bangkog por la noche y el famoso Pat Pong con su no menos famoso night bazar.
Después de cenar no sé donde no me acuerdo qué, ya que comer tampoco es problema en Thailandia, (también sobran restaurantes y puestos ambulantes, otro día hablaré de su gastronomía), nos fuimos a visitar la Lebua Tower. Entramos en el hotel que le da nombre y nos dirigimos al ascensor donde nos cortó el paso un bellezón impresionante que nos explicó que el Sr Raro no podía acceder al bar de la azotea por llevar short, vestimenta inapropiada para tan elegante lugar. Como el short era un pantalón tipo Tintín el Sr Raro resolvió estirarse hacia abajo el pantalón de marras, pero tampoco coló. Como pensábamos volver otro día le pregunté si mi indumentaria era apropiada para volver otro día a lo que la sonriente moza me contestó que yo era wellcome e hizo amago de acompañarme hacia el ascensor, a lo que educadamente me negué en solidaridad con mi amigo Tintín.
Para terminar la noche (aunque en Bangkog como en casi toda Asia empalman las 24 horas y no hay gran diferencia entre la noche y el día, ellos están siempre comprando, vendiendo, comiendo, cocinando o garchando sin parar) marchamos al Pat Pong, conjunto de calles que hicieron famosas los soldados americanos durante la guerra de Vietnam. El centro de estas calles está colapsado por tenderetes del bazar nocturno donde te venden todo lo que te puedas imaginar, desde ropa a relojes, pasando por DVD, obviamente todo son copias (qué se joda la SGAE), siendo la gran estrella de la zona las pelis porno y otros objetos de placer. Entre los tenderetes y los locales porno-eróticos no habrá ni dos metros de distancia, y entre los tenderetes ni eso, siendo una sensación agobiante pasar entre ellos, prácticamente no te dejan andar, todos y todas quieren que entres en su local o que les compres una camiseta o un reloj.
Estas calles, no serán más de seis, están llenas de garitos variados, no cabe uno más, todos de contenido sexual, desde el sado-maso hasta los de espectáculos más o menos porno, pasando por los famosos go-go bar o los garitos de masaje con happy end. Como os podéis imaginar pasamos de las perversiones sexuales, esas se las dejamos a los japoneses, y de los típicos espectáculos de habilidades escrotales con platanitos o pelotitas de ping pong que dejamos para que se calienten las parejas de novios antes del coito y nos dedicamos a husmear por los go-go bar.
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