LA VIVIENDA
Furio, mi villa no se halla bajo el soplo del Austro ni del Favonio ni del cruel Bóreas o del Afeliota, sino bajo una hipoteca de quince mil doscientos sestercios. ¡Oh, viento horrible y pestilente!
Cayo Valerio Catulo (Verona 84 a.d.C.)
Qué poco han cambiado los tiempos, ya en Roma los vientos no arrasaban las casas, sino las hipotecas.
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