FREUD
Lo que se llama felicidad proviene de la gratificación instantánea de necesidades sobremanera reprimidas y por su propia naturaleza sólo puede ser una experiencia transitoria. La vida tal y como se nos impone es demasiado dura para nosotros, demasiado llena de dolor, de desilusiones y de tareas imposibles. No cabe soportarla sin usar paliativos... Existen tres clases de paliativos: poderosas desviaciones (perversiones) del interés sexual, que nos hacen olvidar nuestra propia miseria; gratificaciones sustitutivas (masturbación), que la disminuyen; y narcóticos que nos tornan insensibles a ella. Algo de esa índole es indispensable
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Gecé -
Armando -