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rutamudejar

GO-GO BAR

GO-GO BAR

Como su propio nombre indica en estos locales hay mogollón de go-go girls en bikini o disfraces varios (el de colegiala es el que más se estila) que bailan al ritmo de la música en una plataforma elevada de tamaño XXXL donde hay un mogollón de barras americanas. Alrededor de la plataforma hay reservados donde los clientes (hombres y mujeres, que hay mucha lesbiana) aposentan cómodamente sus nalgas y trasiegan alcoholes variados mientras observan el percal. Las go-go girls tratan de calentar el ambiente con movimientos lascivos y miradas sugerentes, pero como son gente muy educada (hasta que se cabrean) te dejan tranquilo unos minutos para que te sitúes en la escena, observes el panorama y te refresques el gaznate (lo de hidratarse es importante en Thailandia), pero pronto aparecerá una solícita celestina que tratará de colocarte su mercancía haciéndote la inocente pregunta de si te gusta alguna chica. Ante esta tesitura puedes o bien mandarla educadamente a tomar por culo diciéndole que cuando precises sus servicios la llamarás o bien comenzar la negociación amigablemente. L@s thais siempre tratan de divertirse en cualquier situación, por eso es muy importante cuando tratas con ellos hacerles alguna broma y sonreír para que se relajen, nunca has de parecer tenso o enfadado. Por eso en todo caso es mejor darles un poco de cháchara antes de darles puerta de manera simpática con un see you. Mientras el Sr Raro hacía labores de distracción con la celestina yo me dediqué a observar el antro obligándome mi pituitaria a virar la vista hacia mi izquierda, lugar del que venía un intenso olor, eran unos clientes thais (sí, esto no es sólo para turistas) que estaban cocinándose la cena (esto es muy normal en Asia, te sacan un hornillo y tú te haces la cena). En estas estaba cuando el Sr Raro en sus labores de intérprete oficial me despertó informándome de los precios y condiciones del local. Resulta que en estos lares no tienen habitaciones integradas, te tienes que llevar a la nena a tu hotel o a donde te plazca, siempre que pagues previamente el bar tee que es la pasta que se lleva el local y luego a la tía le pagas lo que has negociado con ella. ¡Cómo es posible, un puticlub sin camas! ¡Esto era inconcebible para nuestra mentalidad de puteros de carretera! Ante nuestra cara de asombro e incredulidad ante la inexistencia de camas en el negocio la celestina nos informó de que si queríamos por un incremento en la factura nos podía facilitar cama en un lugar cercano. El incremento no era problema porque en nuestro hotel ya nos avisaron en recepción (llevamos el estigma en la cara) de que si subíamos chicas había que pagar suplemento. Había que decidirse, era tarde y los garitos iban a cerrar, a Sr Raro no le convencía el negocio pero Rutero estaba duro como una roca y no estaba dispuesto a pasar un día sin chingar. Decisión unánime, nos dividimos, nos vemos en el hotel. Rutero ante la duda cierra los ojos y elige la número 36 que parece simpática y le ha traído un pinchito de babosa frita (sabe a rayos). Serán al cambio 40 € (1 €, 50 Bath) por una hora, todo incluido. La chica (no me acuerdo de su nombre, llamémosla Mai) va a cambiarse y sale con ropa de calle (minifalda extracorta) y unos 10 cm menos (cosas de las botas). Salimos del go-go bar y la chica me lleva de la manita (¡qué tierna!) por las calles del Pat Pong hasta un edificio un poco destartalado, subimos unas escaleras y llegamos a una recepción. La lumi paga el habitáculo (como mis manos y mi mente estaban en otras historias no me di cuenta de cuanto le cobraron) y me pregunta si llevo condones, a lo que le contesté que no (en España las putas siempre llevan) razón por la que ella dulcemente me dijo: compra una caja (¿no era todo incluido?). Afortunadamente en la recepción vendían de todo y compré una caja de Durex a precio ridículo. Proseguimos la excusión por unos pasillos enormes hasta el ascensor que nos llevó a nuestra planta (no me acuerdo cuantas plantas había, pero como poco eran ocho y a todo esto, un movimiento de gente por los pasillos de la ostia, y turistas dos o tres, no vi más, y los televisores a todo volumen, costumbres asiáticas para que no se oiga el asunto). Entramos en la habitación (cama enorme, espejos por doquier...) y lo primero que hace es encender la TV y yo se la apago (no me concentro con ruido le digo) fuera ropa (5 cm menos, salió con tacones) y directos a la ducha que no está la cosa para perder el tiempo (mientras ella perdía centímetros yo los ganaba). Como buena asiática te enjabona y esas cosas que os podéis imaginar con chupadita incluida. Tetitas moderadas, culo magnífico. Con estas chiquitas tan ligeras uno se siente como Hulk la agarra en brazos (piel suave y tersa, la temperatura sigue en ascenso) y en volandas directa a la supercama de una hectárea. Me pongo de rodillas y continúa la sesión de mamada (labios carnosos) mientras pienso en donde cojones he dejado los condones. ¡No me jodas, si hay condones en la mesita! Allá que los agarro, pero ella me para en seco y me dice ¡No esos condones chinos son una mierda!, utiliza los que has comprado (profesional, sin duda estoy en buenas manos... y mejor boca, succiona de miedo aunque no maneja igual la lengua). Y allá que va el primero, Mai se pone encima con decisión y se encaja la polla suavemente como quien se pone un guante, la tía estaba caliente y la polla rozaba por todos los lados, buenas sensaciones, se mueve de cojón con un ritmo cansino que me excita todavía más. Posturas variadas y alguna inverosímil para alguien limitadito como yo (esta es la ventaja que para mí tienen las asiáticas bajitas). No trabaja por detrás (vaya por dios, debería haberlo preguntado), salta a la vista. Acabada la faena hay que ir a la ducha (sin problemas hay una pila de toallas limpias todas dentro de un plástico precintado). Estoy que me salgo, a por el segundo, el exceso emocional me juega una mala pasada, polvo misionero demasiado breve para mi costumbre, en cinco minutos me corro vivo. Tras breve conversación (mi nivel de inglés está bajo cero) y algún que otro jueguecito erótico festivo decidí pasar a la acción e ir a por el tercero, estoy decidido a terminar la caja (sólo lleva tres). ¡No! Antes de follar ¡ducha! ¡Hasta los cojones de ducharme! Un minuto de ducha y a chingar. Como era de esperar el que da primero da dos veces, al principio Mai lo cogió con muchas ganas y tiró como en el primero, pero cuando se dio cuenta que aquello se alargaba en exceso y su chocho empezaba a sufrir las consecuencias del esfuerzo pidió la postura del perrito que es más descansada a ver si el pesado este se corre de una puta vez. ¡Magnífica corrida! Relax total. Al acabar ya os podéis imaginar lo que ocurrió. ¡Ducha! Una vez en la calle me dijo de tomar una copa en una especie de pub discoteca que había en los bajos del edificio, un poco de reaggeton y bye bye que me voy para mi hotel. Como era bastante tarde y no tenía muy claro donde estaba nuestro hotel, salí a la avenida y pillé un taxi. Indiqué al taxista el hotel al que quería ir, pero éste no lo conocía, y yo tampoco sabía la dirección (previsor que es uno, en Bankog a las 5 de la mañana y no sé donde estoy) por lo que le dije ¡lléveme a Silom! A lo que el taxista me contestó ¡Estamos en Silom! Cojonudo, siga recto y cuando vea el hotel le digo que pare. En esto que el taxista inicia la marcha y al minuto le suena el móvil, lo agarra el pibito y contesta la llamada (como no sé thai no tengo ni puta idea de lo que le dijo) y va el cachondo (debía ser de Sevilla) y me pasa el móvil diciéndome “habla con ella”. Yo flipaba. Le digo en español “Qué pasa tronca” y la tía “bla, bla, bla” toda cabreada y el taxista a carcajada limpia… total que le digo “I dont understand” y le cuelgo. Afortunadamente ya veo el hotel “stop”….  A dormir que ha sido una noche dura.

 

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