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PLATAFORMA – MICHEL HOUELLEBECQ

PLATAFORMA – MICHEL HOUELLEBECQ

Jean-Yves alzó los ojos hacia el rostro de su madre; miró el moño grisáceo, los rasgos severos: no era fácil sentir un impulso de ternura o afecto por aquella mujer; desde que podía recordar, ella nunca había sido dada a los mimos, y resultaba igualmente difícil imaginársela en el papel de amante sensual y guarra. De repente, se dio cuenta de que lo más probable es que le hubiera jodido la vida a su padre desde el principio. Fue una conmoción terrible, crispó las manos en el borde de la mesa: esta vez todo era demasiado irremediable, demasiado definitivo. Con desesperación intentó recordar un momento en que hubiera visto a su padre sereno, contento, sinceramente feliz. Quizás una vez, cuando tenía cinco años y su padre intentaba enseñarle el funcionamiento de un Mecano.

3 comentarios

Gecé -

Nada que objetar, lo que abunda no daña y es un dibujo ilustrativo valga la redundancia.

Rutero -

Ya sé que es repetida, pero ilustra perfectamente el relato.

Gecé -

La cara es la misma que se le puso a la vecina de Luis al saber que arrendador y arrendatario iban a compartir piso, que el lobo y la oveja iban a morar juntos (Isaías 11,6-9)