El comentarista Jugila me envía como colaboración un texto de Fermín Bocos publicado en el Diario del Altoaragón (23-10-07) que transcribo a continuación:
Leen poco, escriben menos
La política lo es todo para muchos políticos: viven de y para la política. El resto de los ciudadanos, trabajamos. Ellos, los políticos, dedican todas las horas del día a encomiar lo que hacen y a denostar lo del contrario.
Los de esta promoción -los Zapatero, Rajoy, Blanco, Zaplana, Ibarretxe, Llamazares, Carod o Montilla- vuelan bajo. Ni uno sólo de ellos ha publicado un solo libro; no tienen obra escrita. No disponen de tiempo para reflexionar o los dioses no les han llamado por el camino del pensamiento. Y, sin embargo, la política es o debería ser eso: primero pensar, después, hacer. En ese terreno, lo que hizo gigantes a los Churchill, Mitterand o Wily Brandt, Soares o Havel, aquí, en esta generación, ha dado pigmeos. En España habría que evocar a Carrillo a Pujol o a Fraga -o remontarse a Azaña, a Cánovas del Castillo o a Castelar- para encontrar precedentes de políticos en primera línea que estén familiarizados con los libros, bien por frecuentarlos, bien por escribirlos.
En este registro, ya digo que el panorama actual es yermo. Esa orfandad de libros delata lo que tenemos: políticos en agraz (DRAE: que todavía está en preparación) lectores de textos ajenos y rutinarios de la palabra extraída de los periódicos. El político con ideas propias tiende a fijarlas por escrito; el recolector de ideas de otros tiende a improvisar. Y en eso estamos: con la clase política más endogámica, tribal y ágrafa de toda la Historia de España. Una pena.
Estoy de acuerdo con lo que dice Fermín Bocos, el nivel intelectual de los políticos de hoy en día está al nivel del suelo, pero esto no sólo ocurre en España, también ocurre en el resto del mundo, si el país más poderoso tiene como presidente a George Bush… ¿que podemos tener los demás?. Pero, quizás los políticos sean un reflejo social, quizás nuestra sociedad de mierda merezca políticos de mierda. Sin embargo, hoy en día tenemos profesionales de primera en todos los oficios, los índices de lectura crecen constantemente, nuestras universidades siguen pariendo científicos, médicos, abogados… muy brillantes, sin embargo no dan estadistas ¿por qué?. Porque se busca el poder para poder tener. Cuando yo iniciaba mis estudios en la facultad de Derecho tuve mi primer contacto directo con la “política”, se celebraron elecciones para elegir a los delegados de curso. Cada candidato, había tres, expuso su programa electoral ante el resto del curso. El primero se centró en aspectos académicos. La segunda candidata (a la que voté yo) ampliaba las propuestas del primero y añadía aspectos sugerentes como la autogestión de los apuntes por el alumnado (es decir, romper con el monopolio de las copisterías que hacen negocio con la venta de apuntes). El tercer candidato habló vagamente de aspectos académicos (no sabía mucho la verdad) y posteriormente centró su discurso en la celebración de una macrofiesta (curiosamente financiada por una copistería). ¿Quién creen que ganó?. Yo que era un poco ingenuo fui a preguntar a nuestro recién delegado electo unas cuestiones académicas que me parecían dignas de reivindicación, él me contestó que si quería reivindicar algo que fuera al Decano (¡esto ocurrió el mismo día de las elecciones!). Entonces yo le pregunté directamente, si no nos quieres representar ¿porqué te presentas a las elecciones?. A lo que el notas me contestó con otra pregunta ¿conoces algún Delegado que suspenda?. Entonces comprendí qué es el poder, un poder nunca incomoda a otro poder, el poder controla y corrompe, es la correa del sistema.
Hace tiempo tuve la oportunidad de escuchar junto a mi amigo Jugila a los REM en directo en un concierto memorable en la Feria de Muestras de Zaragoza, recuerdo haberle comentado a Jugila que lo único que había echado en falta en el concierto era que hubieran tocado una de mis canciones favoritas World Leader Pretend que refleja muy bien la mentalidad omnipotente, ambiciosa, prepotente, presuntuosa (añádanle todos adjetivos que deseen) de los políticos de hoy en día (y de siempre, desde que la humanidad es humanidad).